Teniendo en cuenta que tenemos por delante los grandes momentos de las Navidades; Nochebuena, Navidad, Nochevieja, Año Nuevo y Reyes, el programarse bien es imprescindible para no trabajar en exceso y para que el presupuesto no se resienta. ¡Y créeme, en ello estamos —aunque no siempre lo consigamos—!
Ahora que estamos organizando los menús de estas fiestas, “hemos sufrido una terrible duda” ¿Innovar y sorprender con platos nuevos o recurrir a las recetas tradicionales y apostar sobre seguro? ¿Tú por cuál de las dos alternativas te inclinas?
Si cuentas con poca gente a la mesa, creo que unas vieiras al horno serían una excelente opción (aquí te dejo la receta de las de mi madre). Pero sí has tenido que poner mesas supletorias en el comedor y pedir las sillas de la cocina a tu vecina, entonces creo que la elección más acertada sería la de este salpicón de mariscos con arroz basmati.
Si unimos el precio al que está el marisco con el latazo que supone quitar tanta cascarita, la ayuda del arroz y la piña a la hora de aumentar el plato se agradece, independientemente de que le quede muy bien y lo haga diferente.
A mí particularmente me encanta. La receta la he ido mejorando con el tiempo y pienso que ya es la definitiva (modestamente creo que es una de mis mejores recetas). Y aunque ahora cuando la leas te pueda parecer algo larga y con muchos procesos, piensa que la puedes hacer con antelación. Como he dicho es un plato ideal para muchos comensales y estoy segura de que no te va a decepcionar.
Cantidades para diez personas (más o menos)
Necesitas:
- 250 g de arroz basmati
- 750 g de pinzas de buey de mar congeladas —Puedes sustituirlas por rape—
- 1 y ½ k de langostinos
- 1 k de gambón
- 1 k de cigalas
- 8 huevos cocidos
- 1 lata de piña grande
- ½ bote de pimientos del piquillo
Para la vinagreta:
- ½ bote de pimientos del piquillo
- ¼ o menos de una cebolla pequeña
- 1 tomate mediano
- 1 vaso de aceite de oliva virgen
- Limón o vinagre
- Sal y pimienta
- Cebollino
- Mayonesa
Como se hace:
Antes de nada haz la vinagreta de pimientos del piquillo; en el vaso de la batidora pon los pimientos, la cebolla, la sal y la pimienta, el zumo de limón o vinagre, un poco de aceite y tritura. Pela el tomate y trocéalo lo más pequeño que puedas. Añádelo a la mezcla, agrega más aceite y remueve con una cuchara. Rectifica la sal si los crees necesario. Si la encuentras ácida puedes ponerle una cucharadita de azúcar. Guarda en la nevera. (aquí puedes encontrar la receta explicada con más detalle)
Para el salpicón; Empezaremos por el marisco. Lo mejor es que sigas las indicaciones del envoltorio o del pescadero, porque los tiempos de cocción varían en función del tamaño y la especie, pero por norma general este es el procedimiento; pon una olla amplia al fuego con abundante agua, tan pronto rompa a hervir añade un puñado de sal, una hoja de laurel y los langostinos lavados —es mejor que los cuezas en dos tandas— Espera a que vuelva a hervir y cuece de dos a tres minutos, dependiendo del tamaño. Retira los langostinos con la ayuda de una espumadera a una fuente plana, para que se enfríen lo antes posible. Repite la operación con la siguiente tanda.
En la misma olla, sin cambiar el agua, cuece también las cigalas. Sigue el mismo procedimiento; espera a que hierva, introduce las cigalas lavadas y cuando vuelva a hervir retíralas inmediatamente. Disponlas en otra fuente para que se vayan enfriando —en mi caso como eran pequeñas un solo hervor fue suficiente—
Aunque las pinzas de buey suelen venir cocidas, aprovecha el agua caliente de haber cocido los crustáceos para darles un hervor y eliminarles el regustillo a congelado. Retíralas de la olla y enfría.
Pela los cuerpos de los langostinos y las cigalas y trocéalos. Con la ayuda de una cucharilla saca los corales y los restos de carne de las cabezas y resérvalos en un cuenco aparte.
Golpea con un mazo las patas del buey para sacar la carne y ve poniéndola en otro recipiente. Tira las cáscaras.
Pela los gambones crudos, trocéalos —aprovecha este paso para eliminar los intestinos— y reserva. Desecha las cáscaras de las colas pero quédate con las cabezas. En una sartén pon un poco de aceite y rehoga estas cabezas, aplástalas con un tenedor para que suelten los jugos. Cuando estén doradas escúrrelas bien, retíralas y saltea en este aceite los gambones que habías troceado y reservado. Si es necesario añade más aceite, no dejes que se sequen. Retira los crustáceos y únelos a los langostinos cocidos y troceados. Cuando el aceite de la sartén este frío añade los corales y sustancias reservados de los langostinos y cigalas. Remueve bien con una cuchara. Añade un poco más de aceite crudo —dos o tres cucharadas— Con este jugo regaremos el arroz una vez cocido y frío. Con esto lo que conseguiremos es darle al arroz un intenso sabor a marisco.
Cuece el arroz, después de haberlo tenido a remojo, en abundante agua a la que añadirás sal una vez haya comenzado a hervir, durante 10 minutos. Escúrrelo y espárcelo en una fuente amplia para que pierda calor. Riegalo con el aceite de los gambones .
Trocea los huevos, los pimientos y la piña.
Ya solo queda montar el plato:
En una fuente plana coloca el arroz, y el resto de los ingredientes por capas: piña, langostinos, buey, pimientos, cigalas, huevos, gambones, … y por último cebollino picado . Lleva así a la mesa o preséntalo en platos individuales.
Acompáñalo con la vinagreta de piquillos y una mayonesa.
Sugerencias:
Si no te convence el arroz puedes omitirlo, pero para mí, tanto el arroz como la piña le dan ese toque que lo hace diferente al resto de los salpicones de marisco. Aparte de que aumenta el volumen del plato, y en el caso de muchos comensales resulta más económico y eso también es interesante.
Y utilizo el arroz basmati porque tiene el grano largo, queda muy suelto, es muy aromático,…, pero tu utiliza el tuyo favorito.
La vinagreta prepárala con tiempo porque mejora si la dejas un par de horas en la nevera.
Lo peor es limpiar tanto bichito, por eso hazlo con tiempo, ármate de paciencia y pide que te echen una mano, que siempre es de agradecer. E intenta no caer en la tentación de recurrir a los que ya se venden sin cascaras, porque el resultado no sería lo mismo y ¡le echarías la culpa a mi receta!. Jajaja.