NECESITAS:

  • 300 g de puré de calabaza (unos 500 g. cruda)
  • 2 huevos
  • 175 g de harina
  • 120 ml de leche
  • ½ sobre de levadura química
  • 2 cucharadas colmadas de azúcar
  • Ralladura limón
  • Sal
  • Aceite para freír
  • Azúcar glas y canela para adornar

Chula, que en castellano quiere decir linda, bonita, graciosa, en Galicia se llama así a un postre parecido a una tortita que se fríe en abundante aceite. Su composición es muy similar, a base de huevos, leche y harina, los mismos ingredientes que también están presentes en las filloas, los fritos, buñuelos y bollos de sartén. Todas recetas muy sencillas y típicas de la repostería gallega.

Las chulas son un desayuno o merienda delicioso en cualquier momento del año; pero por carnavales en las casas gallegas se conserva la tradición de ponerlas como postre, junto a las famosas orejas y filloas. También es tradicional por estas fiestas, aunque no en todas las zonas de la geografía gallega, añadir calabaza a la masa, lo que las hace más suaves y jugosas.

Si de un tiempo a esta parte las recomendaciones nutricionales aconsejan el consumo de al menos cinco raciones de frutas y verduras al día, parece una buena idea intentar incluirlas en nuestros postres, y si con ello contribuyen además a que sean más sabrosos, pues mejor que mejor. — Es muy interesante que una receta de las de antes se ajuste tan bien a los tiempos de ahora—.

Para evitar las frituras, siguiendo las recomendaciones nutricionales, las chulas se pueden cocinar directamente sobre la sartén muy caliente, como las clásicas tortitas americanas. No son tan tradicionales, pero si más sanas.

¡A mis hijos les encantan!

COMO SE HACE:

– La receta es muy fácil, lo único que puede resultar un poco lioso es el cocinado de la calabaza. Se puede hacer de tres formas:

  1. Asada en el horno – corta la calabaza a la mitad, quítale las semillas y métela en el horno con la piel. Cuécela a 180º unos 40 minutos. Si ves que se empieza a dorar cúbrela con papel de aluminio. Comprueba que esté blanda y vacíala con una cuchara. 
  2. Cocida al fuego– trocea la calabaza tras haber eliminado las semillas y la piel. Ponla en una olla, cúbrela de agua fría y cuécela una media hora, hasta que ablande. Escúrrela muy bien en un colador antes de triturarla, para que no añada agua de más a la masa.
  3. Cocida en el micro– Elimina las semillas y corta la calabaza con la piel en trozos no muy pequeños. Ponla dentro de un recipiente apto para microondas y cuécela a potencia máxima primero 4 minutos. Después remuévela un poco y vuelve a cocinar otros 3 o 4 minutos. Espera un rato a que se enfríe y ya la puedes pelar.

¡Para mi la forma más fácil y rápida es la 3!

– Después del cocinado, sea cual sea el que hayas seguido, pon la calabaza en el vaso de la batidora y tritúrala.

– En un bol grande bate con unas varillas los huevos, el azúcar y la pizca de sal.

– Incorpora la calabaza triturada y la ralladura de limón, mezcla bien.

– Después añade la harina con la levadura. Obtendrás una mezcla muy espesa —tendrás que remover con ganas—. Este paso es importante para evitar que la masa haga grumos.

– Cuando la masa adquiera un aspecto uniforme y no se vea nada de harina, empieza a añadir la leche, poco a poco. Al final quedará una masa ligera que tendrás que dejar reposar en la nevera como mínimo una hora.

– Pon una sartén a fuego medio con abundante aceite (de oliva o girasol, el que prefieras) espera a que esté caliente y ve añadiendo cucharadas de la masa. Tan pronto se doren por un lado, con una pala y un tenedor, ve dándoles la vuelta para que lo hagan por el otro.

– Ve colocando las chulas en una fuente cubierta con papel para que absorba el exceso de aceite.

– Por último, espolvoréales por encima azúcar glas y canela..

– Lo ideal es tomarlas recién hechas porque estarán crujientes por fuera y tiernas por dentro, textura que pierden al enfriar, aunque frías siguen igualmente buenísimas.

SUGERENCIAS:

La masa ya hecha puede estar en la nevera bastantes horas, de la mañana para la tarde, o incluso para la noche. En una ocasión la deje hasta el día siguiente, pero no me convenció demasiado el resultado, para mí que pierden.

Es importante que controles la temperatura del aceite; si está bajo saldrán las chulas muy aceitosas, por el contrario, si está muy alto se doraran en exceso por fuera y aun estarán crudas por dentro.

Lo de añadir azúcar o canela al final es optativo, puedes no ponerles nada. Hay a quien le gusta bañarlas con miel, o sirope, al estilo americano.

La protagonista de Halloween no va a ser menos en Galicia que en el mundo anglosajón. El mismo día, el de Todos los Santos se celebra en esta Comunidad el Samaín —fin del verano— una festividad pagana de origen Celta, anterior al cristianismo, en la que se honraba a los antepasados y se usaban disfraces y máscaras para ahuyentar a los malos espíritus. Se vaciaban las calabazas, se esculpían calaveras y se iluminaban para dar miedo…¡No hay gran diferencia con la celebración del «truco o trato»!. Bueno, todo este rollo para decir que las chulas de calabaza no solo son típicas de la época de carnaval, también es muy común prepararlas por Todos los Santos (creo que por una cuestión de «economía doméstica», para no desperdiciar la carne de las calabazas que se vacían).

 

 

LOS PASOS CLAVE:
Cuece la calabaza y tritúrala.

Bate en un bol los huevos con el azúcar y la sal.
Añade a la mezcla la calabaza y la ralladura de 
limón.

Incorpora la harina y levadura en polvo. Mezcla 
hasta que se integre completamente.

Añade la leche poco a poco y deja la mezcla en la 
nevera como mínimo una hora.

Calienta aceite en una sartén a fuego medio y ve 
friendo cucharadas de la masa. Tendrás que dar- 
para que se frían por ambos lados.

Ponlas sobre papel absorbente para eliminar el
exceso de aceite.Espolvorea azúcar glas y canela.

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