Según cuentan los entendidos, la castaña era la protagonista de la cocina de nuestro país antes de que entrara en escena la americana señora patata, dejando a nuestra protagonista relegada a un segundo plano.
Me cuesta imaginar a la señora del medievo trajinando en la cocina «castaña para arriba, castaña para abajo». Quizá porque hoy en día la usamos ocasionalmente, en preparaciones muy especiales, principalmente en repostería o como guarnición de algún plato de carne, sobre todo caza.
Y volviendo al presente, se acercan las Navidades y ya que estamos en plena temporada de castañas, aprovechar para confitar una cuantas y guardarlas en botes de cristal al vacío con la intención de utilizarlas en estas próximas fiestas, no parece un mal plan.
Las castañas confitadas no son como las famosas Marron Glacé, pero son el paso previo, les falta el glaseado que las hace tan características, pero para mi así resultan delicadas y exquisitas.
Pruébalas. ¡Están bueníiiisimas!. No tienen nada que envidiar a las compradas, y tienen una gran ventaja sobre ellas, el precio, que ya sabes que es prohibitivo.
Haz como los franceses, que son la pera en esto de las castañas confitadas/glaseadas, y tómalas acompañadas de un humeante café o tu infusión favorita.
Necesitas:
- 600 g de castañas peladas
- 400 g de azúcar
- 200 ml de agua
- 10 gotas de esencia de vainilla
Como se hace:
Lava aproximadamente un kilo de castañas y hazles un corte en la base.
Colócalas en un cuenco, cúbrelas con agua y cuece en el micro a potencia máxima 15 minutos. No creas que es mucho tiempo, durante los cinco primeros minutos el agua únicamente está cogiendo temperatura.
Pelarlas es el paso más engorroso, debes sacar cascara y piel aun calientes, es mucho más fácil, lo mejor es que cojas una a una y dejes las demás en el agua.
Cuando estén todas peladas, utiliza solo 600 g., escoge las más bonitas.
En una olla pon el azúcar y el agua a fuego bajo, para hacer un almíbar. Revuelve hasta que se haya disuelto totalmente el azúcar, en este momento sube el fuego y cuando hierva añade las castañas con cuidado, para que no se rompan.
Cuando el almíbar vuelva a hervir aparta la olla del fuego y cubre con una tapadera o un plato y deja reposar 24 horas en un sitio templado.
Al día siguiente hay que repetir la misma operación. Pon al fuego la olla destapada hasta que hierva, en ese momento apaga, vuelve a tapar y reserva otras 24 horas.
Y por último, al otro día retira la tapa, añade la vainilla y haz lo mismo, vuelve a poner al fuego hasta que hierva. Ya están listas para consumir.
Si deseas envasarlas, en unos botes esterilizados ve colocando las castañas confitadas intentando encajarlas lo mejor posible. Rellena con el almíbar muy caliente hasta el borde, enrosca la tapa y pon boca abajo hasta que enfríen.
Sugerencias:
¿Ya te había dicho que están bueníiiisimas?
Tendría que rectificar el encabezado de este post «… aprovechar para confitar… y guardar…» y sustituirlo por «… aprovechar para volver a confitar…», porque no las he podido guardar, ¡no ha quedado ni la primera!.
Si al probar las castañas te parece que están un poco duras, puedes volver a ponerlas al fuego, ya sabes, destapadas hasta que hiervan y retirar a continuación. Esta operación se debe repetir un mínimo de tres veces y hasta un máximo de diez.
Si el almíbar te parece que está muy liquido, después de que hayas retirado las castañas, déjalo al fuego unos minutos para que reduzca y ya lo puedes envasar.
Una vez envasadas, en un sitio oscuro y seco duran muchos meses.
Hazte con unos botes bonitos o sencillamente cubre las tapas con un poco de rafia y una cuerda original, llénalos con tus castañas confitadas y regálalos estas Navidades.
Gracias por la receta. Ya estoy a unas horas del hervor con vainilla y pinta muy bien.
Un cordial saludo.
Enrique
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Gracias a ti por pasarte. Deseo que las castañas te hayan quedado bien, y lo más importante, te hayan gustado. Otro saludo para ti.
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